Ojalá tuviera una respuesta contundente sobre como eliminar el bruxismo. Yo lo conseguí, aunque no deja de ser una experiencia personal. Déjame que te cuente esta historia…

Yo soy osteópata y me dedico a ello profesionalmente, pero mi historia con el bruxismo no tiene nada que ver con la osteopatía y se remonta muchos años atrás en mi vida. Realmente con la osteopatía o con otras terapias lo que se consigue es quitar parte de la tensión mandibular, abrir las articulaciones para que no sufran tanta presión e intentar nivelar que la mordida sea lo más equilibrada posible. Con todo lo anterior se puede consiguir un alivio de la sintomatología (dolores de cabeza, dolores mandibulares, que puedan abrir la boca…), pero en ningún momento tenemos la capacidad de eliminar el bruxismo, no tenemos la capacidad de contarle a tu mandíbula que deje de morder. ¿Y entonces cómo se acaba con el bruxismo? Para contestar a esto, vayamos por partes:

¿Cuál es la función de un músculo?

Lo primero que deberíamos preguntarnos es: ¿cuál es la función de un músculo? Esta respuesta es sencilla: un músculo solo tiene la capacidad de contraerse y relajarse y que esté en una situación o en otra solo viene dada por un estímulo nervioso de la motoneurona (el cerebro). Así que a no ser que tengas una enfermedad grave tu musculatura de la mandíbula tiene la capacidad de contraerse y relajarse. Esto es muy útil cuando quieres comer un bocadillo, existe una orden de contracción de una motoneurona (cerebro) que hace que contraigas la mandíbula y cuando deja de darse esa orden la musculatura se relaja y puedes así masticar tranquilamente.

Ahora bien, el ser humano, es un ser social y emocional y también utilizamos la mandíbula para hablar o expresarnos. Observa tu mandíbula cuando estás en una situación que “tienes que morderte la lengua” … la aprietas ¿verdad? Quizás también te suceda cuando estás muy concentrado, o cuando estás muy cabreado o en otras miles de circunstancias y vivencias. Son respuestas muy normales de nuestro sistema nervioso simpático, el que está relacionado con el estrés, y es muy útil es situaciones que tenemos que pasar a la acción o necesitamos esa tensión muscular.

El ser humano también tiene otra particularidad, y es que nuestra forma de vida hace posible que mantengamos nuestro sistema nervioso de alarma encendido más tiempo de la cuenta, es decir ¿podemos estar en la playa tomando el sol y estresados pensando en cómo pagar la hipoteca o en el palo que te va a dar Hacienda? Pues sí, podemos. Y quizás te encuentres en la playa tomando el sol mientras aprietas la mandíbula, los glúteos y vete tú a saber que más cosas porque andas dando vueltas a mil historias.

Los movimientos tienen memoria

Ahora bien, tengamos en cuenta que nuestra musculatura tiene memoria ¿Cómo? Pues porque aprende. El cerebro tiende a economizar los movimientos y a automatizarlos. Cuando coges un boli para escribir cualquier cosa, no necesitas darle órdenes a tu cerebro de todo lo que tiene que hacer, ya que durante muchos años has automatizado y aprendido como hacerlo. Así encuentro personas que me cuentan que llevan 20 años siendo bruxistas y dicen estar felices y contentos ¿Su cerebro ya lo habrá automatizado?

¿Podemos dejar de morder?

¿Y podemos enseñarle a nuestra musculatura a que deje de morder? Pues esa fue la pregunta que me hice cuando era adolescente y mordía a todas las horas del día. Con 17 años, mi dentista me dijo que tenía la dentadura de alguien de 40 años. Me levantaba con dolor en la mandíbula, tenía dolores de cabeza, etc… Así que un día me paré y pensé que tenía que dejar de autolesionarme a mí misma. En mi cabeza rondaba la idea de “yo antes no mordía, así que lo tuve que aprender; seguro que puedo desaprender esto”.

Comencé siendo consciente cuando estaba apretando los dientes durante el día. Si me daba cuenta, aflojaba la mandíbula lo máximo posible y me repetía a mí misma que “no es necesario”, “no estaba comiendo en ese momento” y así sucesivamente. Tardé unos meses en dejar de hacerlo durante el día. Por la noche ya era otro cantar, porque ahí no me daba cuenta. Pero yo me iba a la cama y repetía la misma operación de relajar la mandíbula hasta que me quedaba dormida y me repetía a mí misma “no hace falta morder “. No sé en qué momento sucedió, pero parece que mi cerebro se enteró que no era necesario realizarlo. Hoy día puedo decir, que el día que estoy cabreada, muerdo, pero solo ese día.

Ni que decir tiene que, si te encuentras en una situación complicada anímica o emocionalmente, deberías de consultar con un profesional lo antes posible o será imposible que consigas ninguna mejoría.

Hasta aquí mi experiencia, que me encantaría que probaseis y me devolvierais vuestro feedback. Aviso que hay que ser muy constante y posiblemente tardéis en conseguir algún resultado positivo. Mientras tanto, usad las férulas de descarga si no queréis maltratar a vuestros dientes.

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